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Pintor: fue Francisco de Goya en 1816.

Cuando pensamos en la palabra caballero, se nos viene a la mente alguien como Don Quijote de la Mancha. En el capítulo de la Liberación de los Galeotes podemos apreciar la personalidad caballeresca que este señor tenía,  el cual  presencia el momento con Sancho Panza en el que los galeotes son llevados encadenados culpables de haber cometido, cada uno, un delito diferente. Pero Don Quijote, ansioso y cegado por la idea de llevar a cabo nuevas hazañas (ya que se consideraba un caballero), se interesa por la causa de que estos hombres se encuentren encadenados. Así que decide poner de frente a sus ideales e intenta liberar a los galeotes.

El tema principal de esta sala son los pícaros y los caballeros en el Siglo de Oro, ¿pero qué son los pícaros?¿y los caballeros?.

Pues bien, los pícaros son personas de dudosa moral que apelan a su astucia para obtener ciertos beneficios o para aprovechar una circunstancia determinada.

Por otro parte, tenemos a los caballeros,  personas de origen noble que se caracterizan por ser atentos, gentiles y solidarios. Encontramos estos dos estilos dentro del Siglo de Oro, donde resaltaron el arte y la literatura en España, y muchos autores del Renacimiento y del Barroco.

PINTURA

La aventura del rebuzno (Don Quijote)

Pintor: Antonio de Pereda en 1650.

Óleo sobre lienzo y de estilo barroco. Los caballeros eran personas de origen nobles y disponían de lujos. En todas las obras caballerescas de la época se puede apreciar como los caballeros son hombres respetados y su único objetivo en la vida era hacer el bien y ayudar a los necesitados.

​El sueño del caballero

Pintor: Domenikos Theotokopoulos «El Greco».

Es un óleo sobre lienzo pintado en fecha desconocida, entre 1577 y 1584. Observamos a un caballero con la mano en el pecho mirando al espectador como si hiciese un pacto con él. La postura de la mano hace referencia a un juramento.

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Además, Manuel Machado dedicó un poema a esta pintura :

Este desconocido es un cristiano

de serio porte y negra vestidura,

donde brilla no más la empuñadura,

de su admirable estoque toledano.

 

Severa faz de palidez de lirio

surge de la golilla escarolada,

por la luz interior, iluminada,

de un macilento y religioso cirio.

 

Aunque sólo de Dios temores sabe,

porque el vitando hervor no le apasione

del mundano placer perecedero,

 

en un gesto piadoso, y noble, y grave,

la mano abierta sobre el pecho pone,

como una disciplina, el caballero.

El Lazarillo de Tormes

Pintor: Francisco de Goya y Lucientes, entre 1808 y 1812.

Apreciamos la condición de pícaro en el Tratado III de “El Lazarillo de Tormes” cuyo tratado consiste en que el Lazarillo va vagando por las calles dando pena para poder conseguir un amo y aprovecharse de sus riquezas. La jugada le sale mal ya que se encontró con un amo tan pobre como él con la única intención de satisfacer su propio bienestar.

“...Don Quijote respondió que aquí debía intervenir él, pues su oficio era deshacer entuertos y ayudar a los necesitados. Sancho le volvió a advertir que los mandaba la justicia, en nombre del rey, en pena por los delitos cometidos…”

Fragmento del capítulo Liberación de los galeotes, El Quijote:

El caballero de la mano en el pecho

Fragmento del Tratado III

Andando así discurriendo de puerta en puerta, con harto poco remedio, porque ya la caridad se subió al cielo, tópome Dios con un escudero que iba por la calle con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden. Miróme, y yo a él, y díjome:

"Mochacho, ¿buscas amo?" Yo le dije: "Sí, señor."

"Pues vente tras mí -me respondió- que Dios te ha hecho merced en topar comigo. Alguna buena oración rezaste hoy."

Y seguíle, dando gracias a Dios por lo que le oí, y también que me parecía, según su hábito y continente, ser el que yo había menester.

Adoración de los pastores

Pintor: José de Sarabia en 1630.

Es un óleo sobre lienzo y de estilo barroco. La obra representa el momento en que el Niño Jesús fue adorado por los pastores de Belén. En esta obra nos damos cuenta de un hombre que mira al espectador y señala al Niño Jesús con el dedo. Con su mirada y su sonrisa burlona nos acerca a la figura del pícaro.

Pícaros y caballeros en el Siglo de Oro

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